Imaginero ciezano (1915-1988). Como hombre profeso que era, el arte cristiano fue el máximo exponente en su labor. Manuel Juan Carrillo se inició en el taller de su padre, el también imaginero Manuel Carrillo García, del que aprendió todos sus secretos y con el que trabajaría en muchas obras, como por ejemplo en el púlpito de la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción de Cieza (1943). Su residencia en Valladolid fue su experiencia más importante pues en plena Guerra Civil conoce allí al Dr. Ciruelo Zamora que le instruirá sobre el modelado y el dibujo. Pero no cabe duda que lo más impactante para nuestro artista será el estilo de la escuela castellana de la que quedará impregnada en su retina para siempre el naturalismo y el clasicismo de las formas, sobre todo al ver las magníficas obras de Gregorio Fernández. Acabada la contienda y hasta su muerte toma las riendas del taller de su padre.
Dejó una copiosa producción en la Región y en numerosos lugares de la geografía nacional.
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